24 may 2013

A QUIEN LEYERE, SI LO HUBIERE



            Comoquiera que alguien a quien mucho me cuido de faltar me refiriese, hace escasos días, que pareciera yo estar imperdonablemente descuidando la actividad de mi blog, he dado en obrar este expedito telegrama, al objeto de subsanar mis omisiones recientes, y junto con ello así satisfacer al curioso tanto como retribuir al pío. En atención de aquéllos, y de otros tantos observadores posibles, dispongo estas líneas de pronta y desmañada factura, en la esperanza de que sea su bienhadado propósito y no su apresuramiento estilístico aquello que en el lector halle comprensiva consideración.

            Así pues, a esos quienes leyeren, y en tal solicitud con anhelosa expectación abrigaran fe cierta acerca de la pervivencia de este espacio, yo les haría encomendar a la paciencia, puesto que si bien es cierto que algo de espectralidad negligente atraviesa el semblante de este espacio, ello es meramente consecuencia de ciertos compromisos y bruscos magisterios a que estoy obligado por causa de oficio, de donde resulta que, si de un probable acaso, la postergación se postergará en más tiempo, el lector a buen seguro sabría que la espera está ya proporcionalmente más próxima a su fin, y esto es cosa probada si tenemos en cuenta que tanto menor es la espera restante cuanto mayor haya sido la acumulada. Ahora bien, nada que hacer con mi cometido aquí tiene el promocionar cizañas retóricas, conque, para hablar más ceñido, advertiría al lector que varios artículos de todo punto inéditos se hallan en preparación bajo la luz de mi escritorio, uno de los cuales tiene por objeto a Vladimir Nabokov, y otro a Lady Macbeth. Sea porque su confección esta relevando una laboriosidad sorpresiva, o bien ya sea porque en ellos el objeto de marras exige por sí propio el “lento camino de la reflexión”, el caso es que su publicación aún no puede llevarse a efecto; y ya conocen a quién aquí manuscribe; persona un tanto requintada que antes prefiere el mutismo que los balbuceos ineducados. Es en pro de esta buena educación de los manuscritos por lo que apela a la paciencia este humilde, y siempre solícito escritor de ustedes,

P. Mata.