Desde que el mundo es mundo, los seres humanos han amado el circo por
encima de las bibliotecas, y han preferido las bebidas espirituosas a
los lexicones de latín. La ciudad provinciana en fiestas no es el
escenario adecuado para reconciliarse con el capital emancipador de la
humanidad. Por cada documento de cultura, se cuentan en verdad cientos
otros de barbarie, de modo que, aunque haya que desdecir a Borges en
esto, no parece dable un concordato
entre el algebra y el carnaval. Y sin embargo, conviene recordar que la
testa stultorum, como observara Mijaíl Bajtín es su célebre libro sobre
Rabelais, era el contrapunto necesario a la vida de observancia, de
recogimiento y repliegue en las esferas remotas del pensamiento o, en el
peor de los casos, de la fe. Sin duda sabemos cómo son las "fiestas de
los necios" pero, ¿como serían las de los listos? En el fondo, celebrar
lo mundano es cosa menos preocupante que lo contrario.
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