En la historia de la filosofía, los episodios de terror descuellan sobre
las comedias. Hegel, en quien muchos han visto al culminador de un
proyecto filosófico milenario, incluido él mismo, recuerda a la figura
heróica y enfermiza que León Bloy asociaba con Nepoleón; y el hecho de
que ambos dejarán sus prosecuciones insatisfechas, no hace sino
demostrar cuán movidas estaban éstas por la megalomanía. Los filósofos,
en suma, se pagan demasiado de sí mismos. Como bien ha observado Clément
Rosset, son inhábiles y unidimensionales, casi siempre incapaces de
ejercitar la autoironía. De tal forma que, a menudo, decir sistema es
tanto como desencadenar el paroxismo, y la palabra totalidad sinónimo
del horror. Por suerte, siempre nace un Aristófanes por cada Sócrates.
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