27 ago 2016

Mishima y Tolstói, o el artista asceta

Tolstói y Mishima, controvertidos portavoces de dos culturas tan dispares y a la vez tan estrechamente emparentadas, cohabitan un mismo tormento artístico. Ambos son artistas poseídos por un mórbido ascetismo. Como si sus miradas estuvieran clavadas en el espejo torcido de la psique profunda; precisamente allí donde placer y repugnancia son indiscernibles. Como si, en definitiva, hubieran comprendido que la melancolía salvaje que posee la carne atrae al intelecto tanto como lo repele. Su hogar, pues, es el intervalo que separa la bruteza carnal de la integridad intelectual porque, ¿acaso no es justamente este el paradero del Gran Arte? 

El narcisismo siempre ha sido un buen combustible literario. Pero también lo es la ansiedad. En rigor, primero se escribe con la exaltación estética como fin, y después, espoleado por la angustia. Una cosa sigue a la otra con la misma naturalidad con que la noche sucede al día. 

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