26 oct 2015

Rembrandt y Aristóteles




Siempre me ha fascinado este cuadro de Rembrandt porque se escenifica en él, con una maestría punto menos que asombrosa a decir verdad, uno de esos juegos de metarrepresentación tan propios del ilusionismo velazqueño - Aristóteles, envuelto aquí en un atuendo ciertamente impropio para el siglo IV a.C., observa, desde cierta altura metafórica no exenta de condescendencia, un busto de Homero, que parece a su vez arrugar los ojos en un gesto esquivo.
Es fácil entrever de qué modo ocurre la transposición de personalidades en esta imagen. Rembrandt se representa a sí mismo observando al propio Aristóteles, que no es sino la efigie del pasado reducida a una roca viva sobre la que depositar todas nuestras añoranzas. La teoría bloomeana del agón literario (o artístico, en un sentido general) en un rápido vistazo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario