"En esencia,
la AMO es una alianza histórica constituida, para decirlo suavemente, por
criminales, inadaptados sociales, anarquistas, chamanes, músicos, místicos
terrenales, gitanos, magos, científicos locos, soñadores y otras almas
socialmente marginadas."
Dejando a un
lado esa circunstancia tan bien conocida en los foros literarios de baja
estofa, consistente en que una novela adquiera notoriedad por motivos poco
menos que irrelevantes, si bien de cierto magnetismo mediático, Stone Junction,
de Jim Dodge, es una novela singular y tremendamente divertida y, por derecho
propio, un artefacto literario con suficientes credenciales estilísticos - los
suficientes, en verdad, para que no haya necesidad de aludir al prólogo de
Pynchon so pretexto de su lectura.
En ella
prevalece, a modo de hilo argumental, ese modismo narrativo de la conjura que,
no por azar, Pynchon ha cultivado en algunas obras célebres, como Contraluz o
V. Daniel y su madre, unos auténticos dropouts sin ninguna predisposición para
la vida civilizada, son reclutados por un grupo secreto de difícil
categorización, y de esta suerte terminan envueltos en un viaje de proporciones
épicas, en el que irán desvelándose hechos de vital importancia para el propio
Daniel. En rigor, y siguiendo aquí la tradición de algunos autores
norteamericanos de la época, como Barth o el propio Pynchon, la novela es una
revisión postmoderna de los viejos relatos dieciochescos de formación (lo que,
a la sombra de Diderot, los alemanes llamaron Bildungsroman), en los que "viaje"
y "descubrimiento del propio ser" son una y la misma cosa.
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