Encuentro harto sugestiva la idea de Benjamin de que
toda fotografía es una escena del crimen. En la medida en que retratamos algo
que pudo haber sucedido, pero que, sin embargo, permanece anclado en el dominio
mudo del fotograma, somos el ojo
furtivo tras la cerradura. Todo encuadre, pues, incluye tanto como excluye;
devela y oculta, y de aquí resulta que la narratividad suspendida, la tensión
entre dos tiempos, el intersticio entre dos verbos, sea la condición semántica
de un fotograma.
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